jueves, 23 de mayo de 2013

MICROMACHISMOS:
LA VIOLENCIA INVISIBLE EN LA PAREJA





INTRODUCCIÓN

Mujeres maltratadas, varones violentos: dos dramáticos aspectos de las asimétricas relaciones de género.

Pero, si pensamos que la violencia de género es toda acción que coacciona, limita o restringe la libertad y dignidad de las mujeres, podemos comprobar que quedan ignoradas múltiples prácticas de violencia y dominación masculina en lo cotidiano, algunas consideradas normales, algunas invisibilizadas y otras legitimadas, y que por ello se ejecutan impunemente.


PODER Y GÉNERO

El poder no es una categoría abstracta; el poder es algo que se ejerce, que se visualiza en las interacciones (donde sus integrantes lo despliegan). Este ejercicio tiene un doble efecto: opresivo, pero también configurador en tanto provoca recortes de la realidad que definen existencias (espacios, subjetividades, modos de relación, etcétera).

La palabra "poder" tiene dos acepciones popularmente utilizadas: una es la capacidad de hacer, el poder personal de existir, decidir y autoafirmarse. La otra acepción: la capacidad y la posibilidad de control y dominio sobre la vida o los hechos de los otros, básicamente para lograr obediencia y lo de ella derivada. Es el poder de dominio.

La posición de género (femenino o masculino) es uno de los ejes cruciales por donde discurren estas desigualdades de poder, y la familia/pareja, uno de los ámbitos en que se manifiesta. Esto es así porque nuestra cultura patriarcal ha legitimado la creencia de que el masculino es el único género con derecho al poder autoafirmativo: ser varón supone tener el derecho a ser individuo pleno con todos sus derechos (y derecho a ejercerlos).

Este poder de dominio masculino, arraigado como idea y como práctica en nuestra cultura se mantiene y se perpetua, entre otras razones por:

  • La división sexual del trabajo, que aún adjudica a la mujer el espacio doméstico,
  • Su naturalización y su inscripción axiomática en las mentes de mujeres y varones.
  • La falta de recursos de las mujeres y la deslegitimación social de su derecho a ejercer el poder autoafirmativo.
  • El uso por los varones del poder de macrodefinición de la realidad y del poder de microdefinición, que es la capacidad y habilidad de orientar el tipo y el contenido de las interacciones cotidianas en términos de los propios intereses, creencias y percepciones. (Saltzman, 1989).
  • La explotación de las femeninas capacidades de cuidado y de ayudar a crecer a seres humanos (el llamado "poder del amor" - Jonnasdotir, 1993)
Las situaciones de poder y desigualdad suelen ser invisibilizadas en las relaciones de pareja, llevando a la creencia de que en ellas se desarrollan prácticas recíprocamente igualitarias y ocultando la mediatización social que adjudica a los varones, por el hecho de serlo, un plus de poder del que carecen las mujeres.

Los mM son uno de esos comportamientos, quizás los más frecuentes con los que los varones expresan y defienden su supuesta superioridad y su derecho a ejercer dominio sobre las mujeres.

LOS MICROMACHISMOS

Los mM son prácticas de dominación y violencia masculina en la vida cotidiana, del orden de lo "micro", al decir de Foucault, de lo capilar, lo casi imperceptible, lo que está en los limites de la evidencia..

El término "machismo" alude en el lenguaje popular, a una connotación negativa de los comportamientos de inferiorización hacia la mujer, que era lo que quería destacar en el término.

Los mM comprenden un amplio abanico de maniobras interpersonales que impregnan los comportamientos masculinos en lo cotidiano. En la pareja, se manifiestan como formas de presión de baja intensidad más o menos sutil, con las que los varones intentan, en todos o en algunos ámbitos de la relación (y como en todas las violencias de género):
  • imponer y mantener el dominio y su supuesta superioridad sobre la mujer, objeto de la maniobra;
  • reafirmar o recuperar dicho dominio ante la mujer que se "rebela" de "su" lugar en el vínculo;
  • resistirse al aumento de poder personal o interpersonal de la mujer con la que se vincula, o aprovecharse de dichos poderes;
  • aprovecharse del "trabajo cuidador" de la mujer.
Los mM son microabusos y microviolencias que procuran que el varón mantenga su propia posición de género creando una red que sutilmente atrapa a la mujer, atentando contra su autonomía personal si ella no las descubre  y sabe contramaniobrar eficazmente.. Su objetivo es anular a la mujer como sujeto, forzándola a una mayor disponibilidad e imponiéndole una identidad "al servicio del varón", con modos que se alejan mucho de la violencia tradicional, pero que tienen a la larga sus mismos objetivos y efectos: perpetuar la distribución injusta para las mujeres de los derechos y oportunidades.

Algunos mM son conscientes y otros se realizan con la " inocencia" del hábito inconsciente. Con ellos los varones no solo intentan instalarse en una situación favorable de poder, sino que internamente buscan la reafirmación de su identidad masculina -asentada fuertemente en la creencia de superioridad y en la necesidad de control- y satisfacer deseos de dominio y de ser objeto de atención exclusivo de la mujer.

Puntualmente, los mM pueden no parecer muy dañinos, incluso pueden resultar normales o intrascendentes en las interacciones, pero su poder, devastador a veces, se ejerce por la reiteración a través del tiempo, y puede detectarse por la acumulación de poderes de los varones de la familia a lo largo de los años.

Los micromachismos se divide en tres categorás. Dichas categorías son: los mM coercitivos (o directos), los encubiertos (de control oculto o indirectos) y los de crisis. Cada una de ellas comprende un repertorio de maniobras, a las que1 he ido designando y definiendo, en el intento siempre difícil de su visibilización. Quizás estas descripciones animen al lector a ir develando otras, de las cuales impensadamente (o no) es sujeto u objeto.

MICROMACHISMOS COERCITIVOS

En estos mM, el varón usa la fuerza (moral, psíquica, económica o de la propia personalidad), para intentar doblegar a la mujer, limitar su libertad y expoliar el pensamiento, el tiempo o el espacio, y restringir su capacidad de decisión.

Intimidación

Maniobra atemorizante que se ejerce cuando el varón ya tiene fama (real o fantaseada) de abusivo o agresivo. Da indicios de que si no se le obedece, 'algo" podrá pasar. Implica un arte en el que la mirada, el tono de voz, la postura y cualquier otro indicador verbal o gestual pueden servir para atemorizar.

Control del dinero

Basado este mM en la creencia que el dinero es patrimonio masculino, sus modos de presentación son muy variados: no información sobre usos del dinero común, control de gastos y exigencia de detalles, retención -lo que obliga a la mujer a pedir- (Coria, 1992), etc.

No participación en lo doméstico

Es una práctica de sobrecarga por omisión, que el varón justifica apelando a su rol de "proveedor" al que no se puede agobiar más de lo que soporta en su trabajo.

Uso expansivo-abusivo del espacio físico y del tiempo para sí

Este grupo de mM se apoyan en la idea de que el espacio y el tiempo son posesión masculina, y que por tanto la mujer tiene poco derecho a ellos.. Así, en cuanto al espacio en el ámbito hogareño, el varón invade con su ropa toda la casa, utiliza para su siesta el sillón del salón impidiendo el uso de ese espacio común. Y en cuanto al tiempo: el varón crea tiempo de descanso o diversión a costa de la sobrecarga laboral de la mujer

Insistencia abusiva

Este mM consiste en obtener lo que se quiere por insistencia inagotable, con agotamiento de la mujer que se cansa de mantener su propia opinión, y al final acepta lo impuesto a cambio de un poco de paz.

Imposición de intimidad

Este mM consiste en una acción unidireccional de acercamiento cuando el varón desea, es una práctica coactiva en cuanto el varón no se molesta en negociar movimientos hacia la intimidad.

Apelación a la "superioridad" de la "lógica" varonil

En este grupo se recurre a la "razón" (varonil) para imponer ideas, conductas o elecciones desfavorables a la mujer.

Toma o abandono repentinos del mando de la situación
Estas son maniobras o menos sorpresivas de decidir sin consultar, anular o no tener en cuenta las decisiones de la mujer, basados en la creencia del varón de que él es el único que tiene poder de decisión.

MICROMACHISMOS ENCUBIERTOS

Estos mM son los que atentan de modo más eficaz contra la simetría relacional y la autonomía femenina, por su índole insidiosa y sutil que los torna especialmente invisibles en cuanto a su intencionalidad. Utilizan, no la fuerza como los mM coercitivos, sino el afecto y la inducción de actitudes para disminuir el pensamiento y la acción eficaz de la mujer, llevándola a hacer lo que no quiere y conduciéndola en la dirección elegida por el varón. De ellos he podido detectar hasta ahora los siguientes grupos que he discriminado a los fines descriptivos, pero que en general se ejecutan en una compleja y astuta mezcla:

Abuso de la capacidad femenina de cuidado

Este es el grupo de mM probablemente mas avalado y silenciado por la cultura. Por ellos el varón utiliza y explota la capacidad de las mujeres de cuidado hacia otras personas. Esta capacidad está muy desarrollada en ellas por efectos de su socialización que las impele a "ser para otros". Entre estos mM tenemos:
  • Maternalización de la mujer. La inducción a que la mujer sea como una madre tradicional: cuidadosa y comprensiva, es una práctica que impregna el comportamiento masculino.
  • Delegación del trabajo de cuidado de los vínculos y las personas. Maniobras basadas en la creencia que lo doméstico y el cultivo de la conexión son patrimonio de la mujer. Se impone aquí de diversos modos que la mujer crea que es la encargada de cuidar la vitalidad de la pareja, el desarrollo de la cría y de los vínculos con ellos/as, con la familia de él e incluso con sus amigos.
  • Requerimientos abusivos solapados: son pedidos sin pedir explícitamente, "mudos", que apelan a activar automáticamente los aspectos "cuidadores" del rol femenino tradicional y hacer que la mujer cumpla ese pedido sin percatarse que lo está haciendo por coacción.

Creación de falta de intimidad

Los mM de este grupo, que son maniobras activas de alejamiento, que impiden la conexión y evitan el riesgo de perder poder y quedar a merced de la mujer, más experta habitualmente en el manejo de las relaciones de cercanía (Weingarten, 1991). Con ellas el varón logra que la mujer se acomode a sus deseos: cuánta intimidad tener, cuánta tarea doméstica realizar, cuándo estar disponible y qué merece compartirse. Estas maniobras transmiten el mensaje que para el varón lo importante es él, y el vínculo y la conexión son secundarios. Aquí podemos considerar diferentes grupos:

Silencio. La renuencia a hablar o hablar de sí es una actitud habitual en los varones desde tiempo inmemorial y que recientemente se vuelve problemática al ponerse en entredicho la autoridad masculina y las mujeres exigir conexión.Esta actitud es una maniobra de dominación en tanto implica la imposición de silencio a la relación con la mujer.

Aislamiento y puesta de límites. Estas son maniobras de puesta de distancia e imposición de no acercamiento que suelen utilizarse cuando la mujer quiere intimidad, respuestas o conexión y no se inhibe con el silencio. Como el silencio, estos mM imponen las reglas de vinculación.

Avaricia de reconocimiento y disponibilidad. Estas son maniobras múltiples de retaceo de reconocimiento hacia la mujer como persona y de sus necesidades, valores, aportes y derechos.
Inclusión invasiva de terceros (amigos, reuniones y actividades) Con esta maniobra se limita al mínimo o se hace dejar de existir los espacios de intimidad. A veces está acompañada de la acusación a la mujer de ser "poco sociable".

Seudointimidad

En este grupo de mM el varón dialoga, pero manipulando el diálogo, de modo de favorecer el control y el ocultamiento, dejando a la mujer con menos poder al retacearle sinceridad.
  • Comunicación defensiva-ofensiva. El objetivo de la comunicación no es aquí la apertura sino que se habla para imponer y convencer.
  • Engaños y mentiras. Aquí el varón oculta u omite información para desfigurar la realidad y seguir aprovechando ventajas que si fuera sincero perdería.

Desautorización

Estas maniobras están basadas en la creencia que el varón tiene el monopolio de la razón, lo correcto y el derecho a juzgar las actitudes ajenas desde un lugar superior. Conducen a inferiorizar a la mujer a través de un sinnúmero de desvalorizaciones. Entre las desautorizaciones tenemos diferentes subgrupos:

Descalificaciones. Suponen el derecho a valorar negativamente las actitudes de la mujer, denigrándola y no dándole el derecho a ser valorada y apreciada a menos que obedezca las "razones" del varón y haga lo que según él es "correcto".

Negación de lo positivo. No se reconoce a la mujer sus cualidades ni los aportes positivos que hace al vínculo y a la vida cotidiana, especialmente el valor del trabajo doméstico.

Colusión con terceros. Aquí, el varón intenta establecer alianzas con las personas con los que la mujer tiene vínculos afectivos (parientes, amistades) a través del relato de historias sesgadas, secreteos, etc., con el objetivo de desautorizarla y dejarla sola y a su merced. (Bograd, 1991).

Terrorismo misógino. Se trata aquí de comentarios descalificadores repentinos y sorpresivos, tipo 'bomba", realizados generalmente en el ámbito público, que dejan indefensa a la mujer por su carácter abrupto.

Autoalabanzas y autoadjudicaciones. En estas maniobras, se desautoriza a la mujer a través de la hipervaloración que hace el varón de sus propias cualidades o aportes, así como autoadjudicándose espacios, objetos o tiempos que se niegan al mujer.

Paternalismo
En este tipo de maniobra se enmascara la posesividad y a veces el autoritarismo del varón, haciendo "por" y no "con" la mujer e intentando aniñarla.

Manipulación emocional

Tenemos aquí a un grupo de mM donde el varón utiliza el afecto no para el intercambio emocional sino como instrumento para lograr el control de la relación. De entre su amplia variedad podemos destacar:
  • Culpabilización-Inocentización. Este mM presenta dos caras. Por una, se hace sentir a la mujer en falta de los modos más variados, generalmente apelando a su "no saber hacer", o a no desempeñar "correctamente" su rol de esposa o madre. Por la otra cara de esta maniobra, el varón nunca se siente responsable de nada, es decir, es inocente en cuanto a la producción de disfunciones en lo cotidiano.
  • Dobles mensajes afectivos: En este tipo de maniobras el varón emite mensajes de afecto con un fin manipulativo oculto y que dejan a la mujer sin posibilidad de reacción.
  • Enfurruñamiento: Acusación culposa no verbal frente a acciones que no le gustan al varón, pero a las cuales no se puede oponer con argumentos "racionales”.
Autoindulgencia y autojustificación

En estas maniobras el varón se autojustifica o es muy indulgente consigo mismo frente a la no realización de tareas o actividades que hacen al cultivo de un vínculo igualitario. Eluden dejar claro algo que en general el varón piensa: "esas no son mis responsabilidades, lo que hago ya es bastante. Entre ellas podemos nombrar:
  • Hacerse el tonto. En este mM el varón elude responsabilizarse por sus actitudes injustas, su desinterés en el cambio o el no tener en cuenta a la mujer apelando a diversas razones que, según él, son inmodificables.
  • Impericias y olvidos selectivos. Esta maniobra consiste en evitar responsabilidades  a partir de declararse inexperto para determinadas tareas (limpiar la cocina por ejemplo) o manejo de aparatos, ocultando su nula predisposición para el aprendizaje.
  • Comparaciones ventajosas. Con esta maniobra el varón intenta acallar los reclamos de la mujer apelando a que hay varones peores que él, y que entonces no debería quejarse.
  • Seudoimplicación doméstica. Este mM es frecuente entre los varones progresistas, que demuestra que no existe un deseo de real corresponsabilidad en lo doméstico
  • Minusvaloración de los propios errores. Los propios errores, descuidos, desintereses y equivocaciones en lo que hace al trabajo doméstico y de conexión son poco tenidos en cuenta y fácilmente disculpados.

MICROMACHISMOS DE CRISIS

Estos mM suelen utilizarse en momentos de desequilibrio en el estable disbalance de poder en las relaciones. Generalmente estos cambios se acompañan de reclamos por parte de la mujer de mayor igualdad en la relación. Los grupos que describiré a continuación suelen utilizarse frecuentemente en una secuencia del primero al último, según la permeabilidad de la mujer para dejarse presionar. Pertenecen a esta categoría:

Hipercontrol

Este mM consiste en aumentar el control sobre las actividades, tiempos o espacios de la mujer, frente al temor que el aumento real o relativo de poder de ella pueda dejarlo a él en un segundo lugar e inferiorizado

Seudoapoyo

Apoyos que se enuncian sin ir acompañados de acciones cooperativas, realizados con mujeres que acrecientan su ingreso al espacio publico.

Resistencia pasiva y distanciamiento

Este mM consiste en utilizar diversas formas de oposición pasiva y abandono.

Rehuir la crítica y la negociación

Con este mM se intenta acallar los reclamos de la mujer respecto a las actitudes dominantes del varón y evitar el cambio sosteniendo que él no lo deseó.

Promesas y hacer méritos

Maniobras en las que frente a reclamos de la mujer el varón realiza modificaciones puntuales que implican ceder posiciones provisoriamente por conveniencia, sin cuestionarse la creencia errónea de la "naturalidad" de la tenencia de dicha posición.

Victimismo

Por este mM el varón se declara víctima inocente de los cambios y "locuras" de la mujer., con culpabilización acompañante para intentar doblegarla.

Darse tiempo

Este mM consiste en postergar y alargar el tiempo de decidirse a darle importancia a los cambios y reclamos femeninos o a cambiar, hasta que haya algo que obligue.

Dar lástima

Cuando el varón realiza este mM procura que se apenen de él para lograr que la mujer ceda.


EFECTOS DE LOS MICROMACHISMOS

La efectividad de todas estas maniobras, junto a la falta de autoafirmación de la mujer, forman una explosiva mezcla con enormes efectos negativos para ella y el vínculo que, como decíamos al comienzo de este artículo suelen ir haciéndose visibles a largo plazo

En las mujeres los mM suelen provocar:

  • un agotamiento de sus reservas emocionales y de la energía para sí, con una actitud defensiva o de queja ineficaz por el sentimiento de derrota e impotencia que producen,
  • un deterioro muchas veces enorme de su autoestima
  • una disminución de su poder personal y parálisis del desarrollo personal,
  • un malestar difuso, una irritabilidad crónica y un hartazgo de la relación.
En los varones los efectos de su ejecución de los mM suelen ser:

  • un aumento o conservación de su posición superior y de dominio.
  • una afirmación de su identidad masculina.
  • un aislamiento receloso creciente
Finalmente, los mM producen en el vínculo:


  • el encarrilamiento de la relación en dirección a los intereses del varón, favorecido esto por el mandato cultural hacia las mujeres de que acepten al varón como es, y que a lo sumo lo traten con sus armas "ocultas".
  • etiquetamiento de la mujer como "la culpable" del deterioro del vínculo, cuando ella desea un cambio y él se niega a moverse hacia la igualdad.
guerra fría, transformación de la pareja en adversarios convivientes, y empobrecimiento de la relación, creándose el terreno favorable para otras violencias y abusos.


CONSIDERACIONES FINALES

Nombrar los mM es también una tarea que supone el análisis crítico de la cotidianeidad y los comportamientos de "seudoigualdad" que circulan diariamente. Así, ponerlos en evidencia debería ser útil para las que las mujeres pudieran:

  • legitimar y ampliar su registro perceptivo de los comportamientos masculinos de dominación que ellas sufren y que los varones generalmente no reconocen realizar.
  • reconocer el lenguaje de acción y manipulación- que no de palabras -, tan propio de los varones pese a la creencia que la manipulación es un arma fundamentalmente femenina.
  • disminuir la culpabilización inducida por estas maniobras y recuperar su pensamiento y posibilidades de acción autónoma en la vida de pareja cotidiana.
  • aumentar las posibilidades de crear sus modos de evitación y resistencia ya que lo que se ve claramente puede ser mejor combatido.
  • también y de modo importante, saber de sus efectos, porque el no poder detectar que muchos de los malestares emocionales e inseguridades son provocados por el ejercicio de los mM,.
Los mM también son violencia de género y son comportamientos habituales en todos los varones: la violencia no es sólo cosa de otros, sino también de nosotros (varones). Reconocer esto supone que los varones que creemos en la igualdad, debemos hacer algo más que acompañar a las mujeres en sus reclamos y adaptarnos con esfuerzo a los cambios femeninos: debemos cambiar también nosotros. Por esto último, nombrar los mM debería servir para contribuir a que los varones que no se reconocen en el ejercicio de la violencia mayor, que tienen una ética de justicia y respeto, no ignoren las propias maniobras de dominio y dominación cotidianas. Para ello es necesario:

  • estar dispuesto a una autocrítica sobre el ejercicio cotidiano del poder y sobre la socialización en que son criados.
  • entrenarse en el cambio de actitudes hacia la igualdad y el respeto.
  • tomar iniciativas para realizar acciones
Lo que sí muestran estas líneas con claridad es una crítica a un modelo masculino tradicional que se basa en creer que el varón es superior, que provoca daño a las mujeres y que tampoco es humanamente provechoso para los varones, que quedan, para defenderlo, cada vez más atrapados en el pasado.


ANEXO PARA PSICOTERAPEUTAS

En las terapias de pareja o familia, los mM y sus efectos se pondrán en escena ante el o la terapeuta. En las terapias con varones habrá que inferirlos, ya que la mujer objeto de estas maniobras esta ausente, y el varón suele no responsabilizarse del efecto de sus conductas. En las terapias con mujeres será preciso descubrir cual de sus malestares son efecto de los reiterados mM ejercidos sobre ellas, y entonces distinguir la problemática intrasubjetiva de lo inducido por la manipulación ajena.

En cuanto a las estrategias de desactivación y transformación, no es propósito de este anexo desarrollarlas, aunque si creo necesario enumerar algunos requisitos que necesita cumplir el/la terapeuta que desee enfrentarse a la tarea de transformación de estas prácticas:

En lo personal:

  • Intentar develar sus puntos ciegos y revisar sus prejuicios sexistas en relación con su propia posición de género.
  • Revisar sus ideas y comportamientos en relación con la reciprocidad.
  • Aclararse las propias creencias sobre la determinación de los comportamientos de dominación y sus eventuales justificaciones, y la propia reacción frente a ellos.
En lo teórico-técnico:


  • Incluir la ética del cuidado mutuo y de la democratización de la vida cotidiana.
  • Conocer los modos de construcción de la condición masculina, sus privilegios y sus costos.
  • Tener una actitud clínica de alerta para detectar las maniobras de control de los varones
  • Saber que es probable que el varón intente ejercer maniobras de control sobre el o la terapeuta, más si es mujer.
  • Tener la capacidad de confrontar, de soportar confrontaciones y de poner en práctica la autoafirmación de modo asertivo
  • Estar capacitado/a para realizar intervenciones que hagan impacto sobre el balance de poder interpersonal.



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